domingo, 25 de marzo de 2007

La Pascua y La Semana Santa

¿Qué es la Pascua?
Los primeros cristianos que eran judíos celebraban la Pascua tomando la relación con Jesús como el Cordero de Dios (en latín Agnus Dei), que quita los pecados del mundo. En el concilio de Nicea bajo Constantino los cristianos transformaron la celebración de la Pascua judía en la fiesta de la resurrección de Jesús de Nazaret. Los judíos por su parte continúan celebrando la Pascua al estilo del Éxodo.


Esta fiesta determina el calendario móvil de otras fiestas: así la Ascensión (el ascenso de Jesús al cielo) se celebra 40 días después y Pentecostés 10 días después de la Ascensión. La semana anterior a la Pascua de Resurrección es la Semana Santa, que comienza con el Domingo de Ramos (que conmemora la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén). La Octava de Pascua es la semana que sucede a este Domingo de Pascua (o Domingo de Resurrección).

A veces, el nombre Pascua se ha extendido a otras celebraciones cristianas, como Navidad (el nacimiento de Jesús) o Pentecostés (la venida del Espíritu Santo). Por ejemplo en Chile, el término Pascua se aplica coloquialmente a la Navidad, mientras que a la Pascua se le llama "Pascua de resurrección".

¿Por qué decimos felices Pascuas?
La pascua para nosotros significa la resurrección del Señor, lo cual conlleva la Salvación para los que creemos, y esto es algo que nos hace dichosos. Por eso decimos Felices Pascuas, porque si resucito, resucitaremos con el.

La pascua ortodoxa
Los 200 millones de cristianos ortodoxos del mundo utilizan un calendario diferente al de la iglesia católica romana y las iglesias evangélicas, razón por la cual la celebración es en una fecha distinta.


La celebración usualmente es acompañada de oraciones en las iglesias y cenas tradicionales con cordero, pero en algunas partes del mundo ortodoxo, a veces se celebra con fuegos artificiales e incluso disparos al aire.

El huevo de pascua
El huevo de pascua se origina en una celebración precristiana que celebraba el equinoccio de primavera. La idea original era pintar huevos con colores brillantes que representaban el sol de primavera, que representa el misterio, la magia y la alegría de la vida.


Diversos pueblos (chinos, egipcios, hindúes, persas, galos, romanos) han adorado al huevo como símbolo universal de la vida.

¿Qué es El Cirio Pascual?
Es el símbolo más destacado del Tiempo Pascual. La palabra "cirio" viene del latín "cereus", de cera. El producto de las abejas. El cirio más importante es el que se enciende en la vigilia Pascual como símbolo de cristo – Luz, y que se sitúa sobre una elegante columna o candelabro adornado.
El Cirio Pascual es ya desde los primeros siglos uno de los símbolos más expresivos de la Vigilia. En medio de la oscuridad (toda la celebración se hace de noche y empieza con las luces apagadas), de una hoguera previamente preparada se enciende el Cirio, que tiene una inscripción en forma de cruz, acompañada de la fecha del año y de las letras Alfa y Omega, la primera y la última del alfabeto griego, para indicar que la Pascua del Señor Jesús, principio y fin del tiempo y de la eternidad, nos alcanza con fuerza nueva en el año concreto que vivimos.
Al Cirio Pascual se le incrusta en la cera cinco granos de incienso, simbolizando las cinco llagas santas u gloriosas del Señor en la Cruz.

En la procesión de entrada de la Vigilia se canta por tres veces la aclamación al Cristo: "Luz de cristo. Demos gracias a Dios", mientras progresivamente se van encendiendo los cirios de los presentes y las luces de la iglesia. Luego se coloca el cirio en la columna o candelabro que va a ser su soporte, y se proclama en torno a él, después de incensarlo, el solemne Pregón Pascual.

Además del simbolismo de la luz, el Cirio Pascual tiene también el de la ofrenda, como cera que se gesta en honor de Dios, esparciendo su Luz: "acepta, Padre Santo, el sacrificio vespertino de esta llama, que la santa Iglesia te ofrece en la solemne ofrenda de este cirio, obra de las abejas.

Sabemos ya lo que anuncia esta columna de fuego, ardiendo en llama viva para gloria de Dios... Te rogamos que este Cirio, consagrado a tu nombre, para destruir la oscuridad de esta noche".

El Cirio Pascual estará encendido en todas las celebraciones durante las siete semanas de la cincuentena pascual, al lado del ambón de la Palabra, hasta la tarde del domingo de Pentecostés.

Una vez concluido el tiempo Pascual, conviene que el Cirio se conserve dignamente en el bautisterio. El Cirio Pascual también se usa durante los bautizos y en las exequias, es decir al principio y el término de la vida temporal, para simbolizar que un cristiano participa de la luz de Cristo a lo largo de todo su camino terreno, como garantía de su definitiva incorporación a Luz de la vida eterna.

El tiempo pascual
Es una octava de domingos y una semana de semanas. El tiempo pascual se inicia el domingo de resurrección y se prolonga hasta el domingo de Pentecostés. Ese domingo de resurrección es también el último día del triduo y el primer día de la octava pascual.

¿Qué es la octava pascual?
Se extiende ese domingo de resurrección por una semana. Esto se originó con el uso de brindar una catequesis exhaustiva en esta semana a quienes habían recibido la iniciación en la vigilia pascual. Pentecostés, la fiesta conclusiva de la cincuentena pascual se empezó a celebrar en el siglo III. Al comienzo en ese día se celebraba tanto la ascensión del Señor, como el envío del Espíritu, pero luego se separan las dos fiestas. Litúrgicamente Pentecostés tiende prácticamente a calcar la estructura de Pascua: dotada también de una solemne vigilia, incluso son bautizados quienes no pudieron serlo la noche de Pascua.

Los cincuenta días que median entre el domingo de resurrección hasta el domingo de Pentecostés se han de celebrar con alegría y júbilo, como si se tratara de un solo y único día festivo, como "un gran domingo".
La celebración de la eucaristía en el tiempo pascual:

En las lecturas se privilegian los libros de los Hechos y del Evangelio de san Juan. Ellos van exponiendo el tema de la pascua: Jesucristo, el Señor, murió y resucitó para salvar el mundo
La segunda lectura está sacada de la primera carta de Pedro, se trata de una catequesis bautismal (ciclo A), de la primera carta de Juan, las exigencias del amor que brotan del misterio pascual (ciclo B), y del Apocalipsis (ciclo C).

Hoy posee una oración colecta propia para cada día. Hay, además, 5 prefacios.
Para el inicio de la misa, en la antífona de entrada, después de la octava pascual, se halla un mismo tema cada día de semana: Cristo ha resucitado (lunes), el triunfo del resucitado (martes), el canto sálmico de los rescatados (miércoles), el nuevo Éxodo (jueves), la salvación en la sangre de Cristo resucitado (viernes), la vida nueva en Jesucristo (sábado).

En el oficio divino en el ciclo anual se lee en la octava pascual la primera carta de Pedro, luego el Apocalipsis (4 semanas) y, finalmente, las cartas de san Juan (2 semanas). En el ciclo bianual se toma para el segundo año la lectura semicontinua de los Hechos para toda la cincuentena. Las 9 lecturas patrísticas constituyen un florilegio excepcional de textos relativos al misterio pascual y su celebración. La liturgia de Ascensión, tanto en la misa como en la liturgia de las horas, insiste que su ascensión es también la nuestra,

...porque la ascensión de Jesucristo, tu Hijo, es ya nuestra victoria, y donde nos ha precedido él, que es nuestra cabeza, esperamos llegar también nosotros como miembros de su cuerpo.
En el sermón de san León se lee la célebre frase:
Lo que fue visible en nuestro Redentor, ha pasado a los sacramentos.
Pentecostés tiene dos misas: la de la vigilia y la del día. Para la primera se pueden escoger cuatro lecturas del Antiguo Testamento, que se complementan mutuamente. Se concentran en el envío del Espíritu como reverso de Babel, como nueva creación.
Vimos la luz verdadera,recibimos el Espíritu celeste,encontramos la fe verdadera,adorando la Trinidad indivisible,Ella nos salvó.

La preparación de la Pascua
El ayuno con que la iglesia se prepara a la celebración pascual comienza a extenderse hasta llegar, en el siglo IV, a los cuarenta días, la "quadragesima" (cuarentena). En el siglo X en los países renanos se introduce el rito de la imposición de las cenizas.

La espiritualidad de la cuaresma está marcada, desde antiguo, por tres elementos fundamentales. Es un tiempo de intensificación en la caridad (entendida fundamentalmente como misericordia con los necesitados y reconciliación con los hermanos), de oración y de ayuno. Para los catecúmenos, a su vez, será una intensa preparación final para recibir la iniciación en la vigilia pascual. Los penitentes, por otro lado, aguardan recibir la reconciliación con Dios y la iglesia.

La semana santa se inaugura el domingo anterior al de Pascua y se extiende hasta el jueves santo. Entonces finalizará el ayuno cuaresmal. Entramos ya en la celebración del santo triduo pascual. Y el ayuno que desde ahora se extiende hasta la vigilia no es un ayuno penitencial, por el contrario es un ayuno festivo, de quienes se preparan para recibir el "sacramento" pascual. En Jerusalén a partir del siglo IV surge el uso de celebrar el ingreso mesiánico del Señor en esa ciudad. Es característica de esta celebración la procesión con ramos de los fieles.

Hoy la gracia del Espíritu Santo nos ha congregado,y todos, levantando tu cruz, decimos:Bendito el que viene en nombre del Señor,hosanna en las alturas
La liturgia romana, en cambio, no conoce ese uso. En su lugar conmemoraba especialmente la pasión del Señor. De allí su denominación de "domingo de Pasión". La solemne procesión con ramos, originada en Jerusalén, recién va a introducirse en las liturgias occidentales hacia el siglo IX.

El jueves santo por la mañana, desde el siglo IV, la iglesia de Roma celebraba la reconciliación de los pecadores. Actualmente ese tiempo es dedicado a la misa crismal. Cada iglesia, reunida bajo la presidencia de su pastor, asistido por todo su clero, confecciona durante la eucaristía los óleos que van a ser empleados en la celebración de los sacramentos durante todo ese año.

Celebración de la cuaresma
Actualmente, y a partir de la reforma, el rito de bendición e imposición de las cenizas, que anteriormente se situaba antes de la misa, pasa al momento posterior a la liturgia de la palabra. En esta nueva ubicación se resalta más claramente que toda la preparación cuaresmal brota de la palabra de Dios. Es ella quien dará la fuerza y guiará a la iglesia en este camino hacia la celebración pascual.
Las lecturas de la misa:

Las lecturas veterotestamentarias de los cinco primeros domingos presentan las grandes etapas de la marcha de la humanidad hacia la Pascua de Cristo. Así tendremos en el primer domingo las alianzas originales (La caída, la alianza con Noé, la profesión de fe del pueblo elegido), el segundo domingo está centrado en Abraham ( la vocación de Abraham, el sacrificio de Isaac, la alianza de Dios con Abraham), el tercero en Moisés ( Moisés golpea la roca, la Ley dada a Moisés, Dios revela su nombre a Moisés), el cuarto en el pueblo de Dios que vive en la Tierra santa ( David, el exilio, y el retorno, la Pascua de la tierra prometida) y finalmente el domingo de los profetas (Ezequiel, Jeremías, Isaías).

Las lecturas evangélicas presentan, según los tres sinópticos, las tentaciones de Jesús el primer domingo y su transfiguración, el segundo. Para los tres domingos siguientes se ofrece en el ciclo A los grandes evangelios de la catequesis bautismal; la revelación de Cristo a la samaritana, la curación del ciego de nacimiento y la resurrección de Lázaro.

Este ciclo A presenta una catequesis tan lograda que incluso puede utilizarse otros años, si en la comunidad hay catecúmenos. Las lecturas del ciclo B anuncian la exaltación de Cristo por medio de su elevación en la cruz, y el ciclo C invita a la conversión, al revelar la misericordia de Dios.
Durante la cuaresma en la segunda lectura no se leen las cartas apostólicas en lectura semicontinua, sino que cada domingo se escogen unos fragmentos para ayudar a vincular la lectura del Antiguo Testamento con el misterio de Cristo.

Las lecturas entre semana han conservado los rasgos fundamentales del leccionario anterior. La primera lectura es siempre del Antiguo Testamento, en la cuarta semana se empieza la lectura del evangelio de san Juan; la mayoría de las perícopas tradicionales han sido conservadas.
Las oraciones colectas: domingo I (expone la finalidad de la cuaresma, que consiste en "conocer y vivir con mayor plenitud el misterio de Cristo"), II (alude a la transfiguración de Jesús), III (recuerda que debemos buscar el remedio del pecado en el "ayuno, la oración y la limosna"), IV, domingo "Laetare" (evoca "las próximas fiestas pascuales"), V (hace referencia a Cristo, que "se entregó a la muerte por la salvación del mundo").
La semana santa no tiene una verdadera unidad litúrgica.

¿Qué es la Semana Santa?
La Semana Santa es el periodo sagrado del cristianismo que transcurre desde el Domingo de Ramos hasta el Domingo de Resurrección, desde el punto de vista litúrgico. Es el período de más intensa actividad dentro de la Iglesia, por ser la Semana en la que se hace un memorial de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo. Los días que la conforman son los siguientes:

Domingo de Ramos
Lunes, Martes y Miércoles Santo
Jueves Santo
Viernes Santo
Sábado Santo, llamado antes Sábado de Gloria
Domingo de Resurrección
Dada la importancia de la celebración de los Dolores de la Virgen María, el viernes anterior al Domingo de Ramos, en algunos lugares se celebran procesiones en los dos días previos: Viernes de Dolores y Sábado de Pasión, por lo que se considera Semana Santa, desde el Viernes de Dolores hasta el Domingo de Pascua de Resurrección.

El triduo pascual
Ayer fui consepultado contigo, Cristo,hoy me conlevanto contigo que resucitas.Concrucificado contigo ayer,Conglorifícame, Salvador, en tu reino.
La expresión "triduo pascual" no es anterior a los años 1930. Pero a fines del siglo IV san Ambrosio hablaba del triduum sacrum en que Cristo "padeció, descansó y resucitó" Poco después san Agustín evocaba el sagradísimo triduo del crucificado, sepultado y resucitado. Cuando san León Magno hable, en la noche santa, de la festividad pascual, del sacramento pascual, asistiremos al estallido y fragmentación de la celebración mistérica de la Pascua.

Hasta entonces la celebración pascual era concentrada en su integralidad en la vigilia pascual. Los viernes había reunión con o sin eucaristía. Ahora se organiza el viernes del ayuno pascual una celebración, fundamentalmente de la Palabra, en torno a la pasión del Señor. Pronto aparecerían la misa del jueves pro la tarde de la cena del Señor y la segunda misa del domingo de Pascua, y luego las vísperas pascuales conclusivas del triduo.Hay un movimiento de acentuación de los diversos momentos del misterio pascual.

El triduo pascual, una vez más, tiene sus raíces en la liturgia de la Iglesia de Jerusalén. Esa iglesia tiende a representar en el lugar bíblico los acontecimientos del misterio pascual. Ese afán de representación lleva a distinguir sus distintos aspectos. Esto no es peligroso si se sigue contemplando la unidad del misterio pascual. Pero, con el tiempo, esa conciencia de unidad se va a perder, fragmentando así el centro del tiempo litúrgico.

El jueves santo: tiene la misa de la cena del Señor ya en el s. IV, atestiguada en Jerusalén por Egeria. Ese día se celebraban dos misas. Actualmente tenemos el jueves al atardecer la misa de la cena del Señor. La liturgia se centra en ese acontecimiento, mostrándolo como un "lugar" de caridad (el Evangelio y el rito del "mandato" o lavatorio de pies), actualización de la celebración de la pascua judía (primera lectura), institución de la eucaristía (segunda lectura). Hay que destacar la búsqueda de expresar la unidad del misterio pascual. Esto se refleja en la antífona de entrada:

Nosotros hemos de gloriarnos en la cruz de nuestro Señor Jesucristo: en él está nuestra salvación, vida y resurrección, él nos ha salvado y libertado
Esta pieza nos anticipa ya la unidad del misterio de la cruz y resurrección. El mismo matiz de pascua como liberación domina la liturgia de las horas desde la antífona de entrada .

El viernes santo: Eteria, esa peregrina del siglo IV que nos describe las costumbres de la iglesia de Jerusalén, nos testimonia que se trataba de una jornada dedicada íntegramente a la oración itinerante, recorriendo los lugares de Jesús. En Roma en el siglo VII ya tenemos nuestra celebración: se expone la cruz sobre el altar, luego hay una liturgia de la palabra, se distribuye el cuerpo y sangre reservados de la misa del día anterior. Finalmente se venera y besa la cruz. Es la estructura de nuestra celebración de la pasión. En los países francos posteriormente se introduce la oración de los fieles. A partir del s. XIII se produce una modificación importante: sólo comulga el sacerdote celebrante. Esto será así hasta 1955.

Durante la edad media se va produciendo la anticipación progresiva de la celebración. En el siglo XVI ésta quedó fijada en la mañana. La reforma litúrgica volvió a situarla a la tarde.
La celebración actual consta de la liturgia de la palabra, la oración universal de los fieles, la adoración de la cruz y , finalmente, la comunión. En esta celebración actual la oración refiere al misterio pascual, instaurado por la sangre de Cristo, que borra el antiguo pecado de Adán. Las lecturas son dominadas por la pasión del Señor, que, libremente, se entrega a ella (evangelio), mostrada como obediencia filial (segunda lectura) y prefigurada por el siervo sufriente (primera lectura). Esta última sin embargo nos abre a la totalidad del misterio pascual, en cuanto que vislumbra la glorificación final.

Por eso le daré una parte entre los grandes,con los poderosos tendrá parte en los despojos;porque expuso su vida a la muerte y fue contado entre los pecadores,y él tomó el pecado de muchose intercedió por los pecadores.

La oración universal o de los fieles actual es testigo de la liturgia romana primitiva. Su estructura es la siguiente: se propone la intención, se ora en silencio y, finalmente, el presidente engloba esta oración silenciosa en una oración colecta. Podemos ver en esta oración el paradigma de la oración de los fieles dominical. Es el modelo de una iglesia verdaderamente católica, abierta a la universalidad de las necesidades de los hombres. El orden en esta oración es el siguiente: se suplica por la iglesia (pidiendo su unidad y perseverancia en la fe), el papa, los ministros y los fieles, los catecúmenos (quienes van a ser iniciados en los misterios cristianos durante la vigilia pascual), la unidad de los cristianos, los judíos, los no cristianos, los que no creen en Dios, los gobernantes y, finalmente, los atribulados.

Un momento muy querido por la devoción de los cristianos es la adoración de la cruz. Evidentemente este rito muy antiguo surgió en Jerusalén. La cruz es mostrada y, posteriormente, se la venera. La liturgia gusta jugar entre el árbol de la cruz y el del paraíso. Cristo aparece a lo largo de todo el triduo como la contrafigura de Adán. Éste está continuamente en el trasfondo de la liturgia de estos días. Mientras el pueblo marcha en procesión para la adoración, el coro entona primero los llamados "improperios". Éstos presentan, patéticamente, la paradoja del amor divino a lo largo de la historia de salvación y el rechazo de su pueblo en la pasión.
¡Pueblo mío! ¿Qué te he hecho,en qué te he ofendido?Respóndeme.Yo te saqué de Egipto;tú preparaste una cruz para tu salvador...Santo Dios.Santo y fuerteSanto e inmortal,ten piedad de nosotros...


Luego continúa con un hermoso himno a la cruz, cuya antífona canta
Oh cruz fiel, árbol único en nobleza!Jamás el bosque dio mejor tributoen hoja, en flor y en fruto.Dulces clavos! Dulce árbol donde la Vida empiezacon un peso tan dulce en su corteza! La cruz nos ha abierto, nuevamente, las puertas del paraíso.

En la comunión la unidad del misterio pascual y la perspectiva de la resurrección se manifiestan en la oración ("...que nos has renovado con la gloriosa muerte y resurrección de Jesucristo...") y en la oración sobre el pueblo ("...este pueblo, que ha celebrado la muerte de tu Hijo con la esperanza de su santa resurrección"). En lugar del responsorio en la liturgia de las horas se canta el himno de Filipenses, en el cual la pasión está transida ya por el misterio de la resurrección:

Cristo, por nosotros, se sometió incluso a la muerte,y una muerte de cruz.
Desde el sábado se le agrega

por eso Dios lo exaltó sobre todoy le concedió el "Nombre-sobre-todo-nombre".
Toda la celebración del triduo, como hemos visto, está tensa hacia la vigilia pascual.

El sábado santo: El Dios hecho hombre se ha dormido y ha despertado a los que dormían desde hace siglos.
En los primeros siglos este día hay ayuno absoluto en espera de la celebración. Luego se introdujo la "devolución del símbolo" de los catecúmenos. Por ese rito éstos muestran haber aprendido el símbolo de fe de la iglesia (el Credo).

Has santificado hoy la semana que antes bendijiste por el descanso de las obras, transformas y renuevas todo guardando el sábado, Salvador mío...

El gran sábado es el descanso de Jesús en el sepulcro y también su descenso a los infiernos, su misterioso encuentro con cuantos esperaban que se abrieran las puertas del cielo. Es día de recogimiento en la paz y en la espera. Es el misterio del Señor muerto:
El Señor de todo es visto como muerto,y es colocado en una tumba nuevael que ha vaciado los sepulcros de sus muertos

Ahora analizamos el misterio de este sábado santo desde las antífonas de la liturgia de las horas.

Es el descanso del Señor, el verdadero "sabbat": mi carne descansa en paz", "su tabernáculo está en Jerusalén, su morada en la paz".



Ese descanso es al mismo tiempo apertura a la potencia misericordiosa de Dios. Es la "esperanza contra toda esperanza": "creo -dice, como un nuevo Job- que veré los bienes del Señor en la tierra de los vivientes", "hoy estoy afligido, pero mañana romperé mis cadenas", "en la mañana hazme escuchar tu gracia ya que confío en ti", "Señor sacaste mi vida de la región de los muertos", "oh muerte, yo seré tu muerte, país de los muertos yo seré tu aguijón", "arranca mi vida de las puertas del abismo", "estaba muerto pero ahora vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la muerte y del Hades", "en la mañana hazme escuchar tu gracia, ya que confío en ti", "como estuvo Jonás en el vientre del cetáceo tres días y tres noches, así estará el hijo del hombre en el seno de la tierra". Una de las lecturas hace proclamar, proféticamente, a Jesús:

"Vengan, volvamos a Yavé.Pues si él nos lesionó, él nos sanará,si él nos hirió, él vendará nuestras heridas.Dentro de poco nos dará la vida,al tercer día nos resucitaráy viviremos en su presencia."
Pero es quizá esta homilía anónima del siglo II, leída en el oficio de lecturas, la que refleja, con una belleza sin par, todo el misterio del "santo y grandioso Sábado":

"¿Qué es lo que pasa? Un gran silencio se cierne hoy sobre la tierra; un gran silencio y una gran soledad. Un gran silencio porque el Rey está durmiendo; la tierra está temerosa y no se atreve a moverse, porque el Dios hecho hombre se ha dormido y ha despertado a los que dormían desde hace siglos. El Dios hecho hombre ha muerto y ha puesto en movimiento a la región de los muertos.

En primer lugar va a buscar a nuestro primer padre, como a la oveja perdida. Quiere visitar a los hombres que yacen sumergidos en las tinieblas y en las sombras de la muerte; Dios y su Hijo van a liberar de los dolores de la muerte a Adán, que está cautivo, y a Eva, que está cautiva con él.
El Señor hace su entrada donde están ellos, llevando en sus manos el arma victoriosa de la cruz. Al verlo, Adán, nuestro primer padre, golpeándose el pecho de estupor, exclama, dirigiéndose a todos:

-Mi Señor está con vosotros.Y responde Cristo a Adán:-Y con tu espíritu.Y, tomándole de la mano, lo levanta, diciéndole:

-Despierta, tú que duermes y levántate de entre los muertos y te iluminará Cristo.
Yo soy tu Dios, que por ti me hice hijo tuyo, por ti y por todos estos que habían de nacer de ti; digo, ahora, y ordeno a todos los que estaban en cadenas: "Salid", y a los que estaban en tinieblas: "Sed iluminados", y a los que estaban adormilados: "Levantáos".

Yo te lo mando: despierta, tú que duermes, porque yo no te he creado para que estuvieras preso en la región de los muertos, Levántate, mi efigie, tú que has sido creado a imagen mía. Levántate, obra de mis manos; levántate, salgamos de aquí: porque tú en mí y yo en ti somos una sola cosa.

Por ti, tu Dios me ha hecho hijo tuyo; por ti, siendo Señor, asumí tu misma apariencia de esclavo; por ti, yo, que estoy por encima de los cielos, vine a la tierra, y aún bajo tierra, por ti hombre, vine a ser como hombre sin fuerzas, abandonado entre los muertos; por ti, que fuiste expulsado del huerto paradisíaco fui entregado a los judíos en un huerto y sepultado en un huerto. Mira los salivazos de mi rostro, que recibí, por ti, para restituirte el primitivo aliento de vida que inspiré en tu rostro. Mira las bofetadas de mis mejillas, que soporté para reformar a imagen mía tu aspecto deteriorado.

Mira los azotes de mi espalda, que recibí para quitarte de la espalda el peso de tus pecados. Mira mis manos, fuertemente sujetas con clavos en el árbol de la cruz, por ti, que en otro tiempo extendiste funestamente una de tus manos hacia el árbol prohibido.

Me dormí en la cruz, y la lanza penetró en mi costado, por ti, de cuyo costado salió Eva, mientras dormías allá en el paraíso. Mi costado ha curado el dolor del tuyo. Mi sueño te sacará del sueño de la muere, Mi lanza ha reprimido la espada de fuego que se alzaba contra ti.

Levántate, vayámonos de aquí. El enemigo te hizo salir del paraíso; yo, en cambio, te coloco ya no en el paraíso, sino en el trono celestial. Te prohibí comer del simbólico árbol de la vida; más he aquí que yo, que soy la vida, estoy unido a ti. Puse a los ángeles a tu servicio, para que te guardaran; ahora hago que te adoren en calidad de Dios.

Tienes preparado un trono de querubines, están dispuestos los mensajeros, construido el tálamo, preparado el banquete, adornados los eternos tabernáculos y mansiones, a tu disposición el tesoro de todos los bienes, y preparado desde toda la eternidad el reino de los cielos.

El misterio pascual es significado por esta hermosa teología patrística.
La misericordia de Dios en la Resurrección del Señor se orienta a la divinización del hombre.
Habiéndose dormido como muerto,el Rey y Señor resucita al tercer día.Levantando a Adán de la corrupcióny destruyendo la muerte.Pascua de incorrupciónsalvadora del mundo.

El domingo de resurrección:
Primitivamente la solemnidad pascual consistía en la vigilia santa, que terminaba antes de la aurora. Sin embargo, muy pronto se quiso prolongar la festividad a lo largo de la jornada del domingo, tan cargada de recuerdos, desde el mensaje del ángel a las mujeres portadoras de perfumes hasta la manifestación del resucitado en medio de los diez apóstoles al anochecer. Se agrega una segunda misa pascual, se abre la octava pascual con las catequesis mistagógicas, y las vísperas romanas de Pascua.



Celebración:
La reforma de 1955 restituyó el carácter vespertino de la cena el jueves santo (que anteriormente, al celebrarse la misa por la mañana, se había transformado en un día de adoración de la eucaristía). En la mañana en la catedral se celebra la misa crismal.

El oficio del viernes santo antes de la reforma se celebraba por la mañana, y la tarde era para el via crucis y el sermón sobre la pasión. La reforma de 1955 fijó el oficio de la "pasión y muerte del Señor" para la tarde. La reforma de 1970, tras el concilio, modifica finalmente los textos de la celebración.

En el sábado santo no hay reunión fuera de la celebración cotidiana de las horas.
La liturgia del domingo de Pascua no había sido tocada por la reforma de semana santa. La liturgia de las horas de 1970 restaura las laudes pascuales y se modificaron todas las oraciones de la misa.



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Yunner Eduard Moreno Córdoba